Salga de aquí y tómese unas copas, aunque no muchas, claro. Luego, búsquese una chica amable si es posible. Hay muchas por los alrededores de este viejo Capitolio. Y entonces olvídese de los malditos exámenes. —Movió la cabeza.— Si después de tres años de estudio casi monástico no ha aprendido la materia, hijo, ya no la aprenderá nunca.