Esto parece tu casa. Hay más de ti aquí que en cualquier otro sitio de Voa.
Tenía razón, claro. Me alegraba que supiera lo que de verdad era «más de mí»; que, gracias a la observación, supiera tanto de mí como yo de él.
Y sabía mucho sobre él. Habría sido capaz de encontrarlo en una multitud por su forma de caminar. Conocía el tono exacto de las venas que le sobresalían del dorso de la mano. Sabía cuál era su cuchillo favorito para picar flores del hielo, y que el aliento siempre le olía a especias, como una mezcla de flor del silencio y hojas de sendes.