La reina está muerta

tenemos esos dedos semigordos, semiflacos, que no se deciden qué hacer nunca y que se ponen anillos que les aprietan

Cada vez me siento menos sola cuando bailo. Eso es lo único en lo que he mejorado. Cada vez bailo mejor.

Los vivos olvidamos pronto.

—Y los muertos tienen la memoria callada.

Me enamoré de inmediato. Como me enamoraba de todo el mundo en aquella época. Como todos nos enamorábamos de todos, quiero decir. Le dije que tenía una nueva casa, era tan gracioso decir eso y le dije que era suya por derecho propio, que sus ojos eran suficientes. Nos fuimos juntos, estuvimos hasta las tantas de la mañana haciendo lo que hace todo el mundo.

Ahora yo no sé qué pensar. No sé quiénes son los buenos y quiénes los malos. Él era el encargado de explicarme cosas como esas, o que tampoco pasa nada en la oscuridad aunque a mí me siga dando miedo.

No entiendo por qué se inventó así el mundo, falto de música. Acepto que a veces sopla el viento y se oyen pajaritos, pero no es suficiente. El universo debería tener eso perfectamente controlado: la gente iría a trabajar inmersa en la sustancia de su canción personal. Lo mejor sería hacer silencio, aunque el silencio completo no existe, y de poder vivirlo nos volveríamos locos. Pero ya estamos, yo digo. No entiendo por qué se inventó la luz que cae sobre todos nosotros, sin importar si estamos vivos muertos o somos buenos o malos, si pisamos escarabajos hermosos para sentir rico en los pies o golpeamos a la gente que amamos o lo que sea. Uno no puede ser sin luz porque desaparece, punto. No es tan evidente, pero también ocurre, me ocurre, que a veces desaparezco sin música.

¿Quién chingados se quiere ir sin dar una pelea rabiosa, sin soñar un último sueño?

Mientras más pobres, más comunistas a fuerza, más parecidos a ti y a tus hermanos; al diablo con el parecido ¡movilidad social, viva la Internacional!

«Lo que nos detiene es pensar que somos visibles».

Añorar personas que de todas formas ya estarían muertas si no lo hubieran hecho prematuramente (¿morir se califica como algo que uno hace?) es prueba fehaciente de que el hombre no está feliz con nada.