Dahlia De la Cerda

Medea me cantó un corrido

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  • Valeria Garcíahar citeretfor 2 måneder siden
    Una vez vi a una señora, creo que psicóloga, decir en un TikTok que les digan a sus hijos que son chingones o un día va a llegar un verbeador y se los va a decir nomás para llevárselos a la mierda. Sé que suena a discurso barato, pero es verdad, carnal. El compa nos endulzó el oído y luego nos dice: ¿No quieren trabajar para mí?, es fácil. Ahorita mismo les doy un iPhone del más nuevo y mañana se salen a ruletear tal y como andan en las patinetas rayando paredes. Nomás me avisan sobre los puntos de venta de droga y las movilizaciones del gobierno, les ofrezco mil quina a la semana y todo lo que ocupen para trabajar: latas de pintura, unas tablas nuevas, unos audífonos.

    Aceptamos en corto.
  • Miriam Priscilahar citereti forgårs
    Entonces dejé de leer señores blancos porque me di cuenta de las mentiras y empecé a obsesionarme con el pensamiento tercermundista.
  • Miriam Priscilahar citereti forgårs
    No puedo cambiar el pasado, quizá porque mi destino lo escribió la misoginia de los hombres, esa misoginia que por milenios nos escribió como emocionales.

    Como malas, malísimas, malotas.

    O como buenas, buenísimas.

    Sin matices.

    Como irracionales.

    Porque lo más abyecto que se le pudo ocurrir a mi creador

    fue una mujer mala que mata a sus hijos por celos.

    Porque les aterra escribir sobre una mujer que les corte los huevos a los infieles.

    Porque en su imaginación solo existen las mujeres unidimensionales.

    Plantas.

    O dadas a la bondad angelical o perversas dadas a la mierda.

    Pero somos ambas.

    Y al mismo tiempo.

    ¿Cómo escribimos sobre una mujer que se salga del molde?

    Que se vuelva loca y que mate a sus hijos.

    ¿Y a eso le llaman grandes historias?

    Grandes escritores.

    Genios.

    Eruditos.

    No puedo cambiar mi pasado, porque lo escribió un hombre,
  • Miriam Priscilahar citereti forgårs
    Cuando lo abracé pude sentir a mis hijos diciéndome: No hay pedo, jefa, no estuvo chido lo que hiciste, pero nadie nace sabiendo ser madre. Te perdonamos, pero repara el daño.

    Y aquí estoy, reparando el daño.
  • Miriam Priscilahar citereti forgårs
    Y después, Reina. Mi reina, la que me hizo entender que todo mundo, hasta la persona más horrible, merece decirle adiós a sus muertos. Que nadie merece la incertidumbre, que esa «lacra» es el hijo de alguna madre, que «ese malandro» también es digno de un último abrazo, una última lágrima, una sepultura.

    Reina, la reina de reinas, que escarba junto a otras madres para encontrar en huesos lo que la guerra les arrebató. A Reina la guié hasta el cuerpo de su hijo.
  • Miriam Priscilahar citereti forgårs
    Antonia tuvo una «persona con pene», como dice ella.

    Lo criará en libertad, por encima de toda la basura de este mundo.
  • Miriam Priscilahar citereti forgårs
    ¿Por qué quedarme en un país que celebra la muerte de sus hijos?

    Porque también vi flores crecer en medio de la podredumbre.

    Patronas que alimentan migrantes.

    Muñecas que cuidan de trabajadoras sexuales de la tercera edad.

    Madres que buscan a sus hijos y a las hijas de otras.

    Morras quemando todo para que una desconocida tenga verdad y justicia.

    Vi solidaridad, vi compañerismo, vi resistencia,

    vi lucha, vi amor, vi ternura.

    Vi a la muerte darse la vuelta ante el cuidado colectivo.
  • Miriam Priscilahar citereti forgårs
    Pero el debí no existe y en Aztlán aprendí que la maternidad es compleja.

    Que la maternidad es una fiera herida.

    Que la maternidad es amar tanto a otra persona hasta que duela.

    Pero que también es perder la razón y tener pensamientos funestos de muerte.

    Aprendí que maternar también es escarbar en la tierra buscando huesos para traer a los hijos, las hijas, les hijes a casa.

    Darles un último beso.

    Ponerles unos corridos tumbados o un perreo del más puercote.

    Cocinar un banquete en su honor.

    Debí.
  • Miriam Priscilahar citereti forgårs
    Vi el horror, el horror que ninguna tragedia griega podría metaforizar. Cuando vi cuerpos y cuerpos sembrados en el desierto, en la arena infértil.

    Cuando vi a los niños y niñas reclutados por el crimen como guerreros sin promesa de gloria.

    Cuando vi a las madres buscar los cuerpos de sus hijos en baldíos, en fosas clandestinas, en campos de exterminio, en el Servicio Médico Forense.

    Cuando vi a las madres escarbar en la tierra con palos, con palas, con sus propias manos, buscando huesos, buscando carne, carne de su carne, sangre de su sangre, fruto de su vientre.

    Cuando vi a las madres sucumbir a la enfermedad pero rebelársele a la muerte.

    Cuando vi a las madres pelear con Ministerios Públicos que justifican la violencia, que con indolencia culpan a las víctimas.

    Cuando vi a las madres aferrarse a la dignidad, supe el dolor que puede causar llevarse el cuerpo de un hijo.

    No poder vivir un duelo.

    Un rito funerario.

    Cerrar el ciclo.
  • Miriam Priscilahar citereti forgårs
    En mi caso fue el Grupo Pesado el que supo poner en un canto todo lo que sentía por Jasón. Yo quería que se muriera, que se abriera la tierra y se lo tragara. Que llorara eternamente. Quería que Jasón pagara carísimo el engañarme. Quería que se muriera, que se muriera a la verga. Que mil espinas se clavaran en su corazón. Que su alma penara por toda la eternidad. No cielo. No redención. Lo quería en el Hades pudriéndose por los siglos de los siglos. Que su nombre no fuera leyenda, que su nombre fuera olvidado, sin gloria.
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