En esta segunda entrega de su Antropología de la comunicación, Albert Chillón y Lluís Duch ensayan una caracterización del emergente totalismo en el contexto de la sociedad mediática, así como una explicación de los derroteros que esta sociedad toma, en una época en que la tecnología digital está induciendo una metamorfosis en todos los órdenes de la cultura y la praxis humanas.
A diferencia del totalitarismo, que recurría a la coerción policial y militar, el totalismo constituye el nuevo dispositivo de hegemonía del capitalismo globalizado. Acusadamente hictópico —al diluir el pasado y exaltar el aquí y ahora en detrimento de cualquier utopía futura—, se distingue por absorber la vida pública, privada e incluso íntima, así como cualquier forma de disidencia, crítica o alteridad.
Esta nueva realidad social y simbólica banaliza e iguala las distinciones y sacralidades, las éticas y estéticas, las tradiciones y culturas; hace del consumismo, el espectáculo incesante y la tecnolatría genuinos cultos de sustitución; enajena al sujeto humano
—reducido a la condición de consumidor en aras de la superstición del Progreso— y pone en jaque el medio ambiente natural. En fin, permite que quienes detentan el auténtico poder, tras los bastidores del teatro político, se valgan de un sofisticado y ubicuo complejo cibermediático para urdir la más eficaz e inadvertida materialización de las pulsiones de ilusión y dominio, constitutivas de ese ser de mediaciones que es el hombre.