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Ana María Matute

El río

  • karla tleokoyanihar citeretfor 10 måneder siden
    Y la niebla, en la siesta, trae el fantasma de la melancolía.
  • karla tleokoyanihar citeretsidste år
    La muerte de un niño es algo natural y sorprendente a un tiempo: como el súbito aguacero en pleno sol, que irrumpe sobre el campo del verano, y deja atónitos a los pájaros. Es como el repentino huir de los vencejos en la mañana. Algo que hace levantar la cabeza; que obliga a interrumpir el trabajo, el ocio, el pensamiento.
  • karla tleokoyanihar citeretsidste år
    Los niños no entienden la muerte, pero se dejan bañar por esa niebla de vapor —dulce y agria mezcla— que la rodea. Los niños tienen miedo de los muertos, y, a un tiempo, se sienten atraídos por ellos. Al anochecer, pasan de prisa por el cementerio, y buscan bajo un sol achicharrado, en un rincón del muro de la iglesia, entre dos pivotes, el botín fabuloso y estremecedor de los osarios. Los niños asesinan pájaros, ahorcan perros, aplastan sapos, martirizan saltamontes y murciélagos, por una sola razón: palpar, contemplar, crear la muerte.
  • karla tleokoyanihar citeretsidste år
    Luego, un día, sentí compasión por ellos. Compasión y envidia mezcladas, quizá. Me pregunté: «¿Por qué van de camino?». En general, los mendigos que van de pueblo en pueblo, entre jaras, espinos y senderos, no son hombres demasiado viejos, ni enfermos. Podrían trabajar. Eso dicen los campesinos, indignados: «¿Por qué no trabajan? ¡Hatillo de vagos!».
  • karla tleokoyanihar citeretsidste år
    A veces, la ferocidad y la sangre afloran a los ojos de los niños de forma mucho más viva que a los de los hombres.
  • karla tleokoyanihar citeretsidste år
    Así llega la muerte. Y pienso, de nuevo, en ese muchachito que está ahí debajo, en esa tierra recién removida. Pienso en su vida y en su muerte demasiado breve y que, sin embargo, tiene tan larga significación para mí.
  • Teresahar citeretsidste år
    Acaso, como en un tiempo en que de rodillas en el suelo vaciaba mis bolsillos de piedras redondas, caracoles, cuentas de vidrio o un grillo muerto —contemplándolo todo con una extraña nostalgia o estupor: pensando, quizás, en qué podría utilizar aquello tan celosamente guardado—; acaso, como entonces, colocaré en esta hoja de papel (igual que en una losa tibia por el sol) lo que vine guardando, sin entenderlo bien, hasta la mitad del camino
  • Teresahar citeretsidste år
    ¿quién podría negar que todos nos hemos refugiado alguna vez en la mentira? Hablo de la mentira en su sentido más amplio, no de la pequeña mentira necesaria, cotidiana y vergonzante, que todos cometemos siete veces al día, cuando menos. Mentiras que empiezan con la piedad, pero que terminan por destruirnos. Poco a poco, como una invasión de hormigas blancas y silenciosas, dejándonos solo la corteza igual que árboles vanos. No quiero referirme aquí a esos inevitables embustes de que todos vivimos, sino a esa grande y hermosa mentira que es tal vez la única forma de vida posible. ¿Quién desea realmente la verdad? Solamente los santos o los demonios. Los hombres, las mujeres, los muchachos, buscamos ese brillo o ese velo que también pueden llamarse esperanza. La realidad no siempre encaja con el deseo. Como máximo, se queda un peldaño más abajo
  • Teresahar citeretsidste år
    Nunca se está enteramente solo entre los árboles.
  • Teresahar citeretfor 2 år siden
    solo entendí que algo hay en nosotros, dentro o fuera, muy junto o muy lejos, que no nos deja nunca completamente solos
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