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Anton Chéjov

Sin trama y sin final – 99 Consejos para escritores

  • Ana Vallehar citeretfor 2 år siden
    Para escribir un relato se requieren cinco o seis días, durante los cuales uno no debe pensar en otra cosa; en caso contrario, las frases no adquirirán nunca la forma adecuada. Antes de ponerla en papel, cada frase debe permanecer en la cabeza un par de días, para adquirir cuerpo.
  • Santiago Mesahar citeretfor 5 år siden
    Nunca se debe mentir. El arte tiene está grandeza particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política, en la medicina; se puede engañar a la gente, incluso a Dios; pero en el arte no se puede mentir
  • Pablohar citeretsidste måned
    Thomas Szasz, uno de los representantes de la crítica radical a la psiquiatría, ha escrito que se debe elegir entre Pinel, uno de los fundadores del pensamiento psiquiátrico, y Chéjov: «O empleamos el lenguaje de las enfermedades mentales para alcanzar algunos de nuestros particulares fines políticos y morales, o bien empleamos el lenguaje del discurso humano para afrontar en serio los problemas de la condición humana»
  • Pablohar citeretsidste måned
    En las revistas, comentó en una carta, «reina una atmósfera tediosa, de club, de partido. Se ahoga uno»
  • Pablohar citeretsidste måned
    Yo no me arrojaré, como Garshin, por el hueco de la escalera, pero tampoco me consolaré con esperanzas en un futuro mejor
  • Pablohar citeretsidste måned
    «La vida es una marcha hacia la cárcel. La verdadera literatura debe enseñar a escapar o prometer la libertad»
  • Pablohar citeretsidste måned
    El objetivo principal no eran los resultados, sino las impresiones que me proporcionaba el propio proceso de investigación»
  • Pablohar citeretsidste måned
    Llegó el doctor Schwörer –escribió Olga en su diario–, pronunció un comentario afectuoso y abrazó a Antón Pávlovich, que se incorporó con insólita seguridad, se sentó y dijo con voz fuerte y clara: «Ich sterbe»8. El médico lo calmó, cogió una jeringuilla, le puso una inyección de alcanfor y ordenó que le dieran champán. Antón Pávlovich tomó la copa llena, miró a su alrededor, me dirigió una sonrisa y dijo: «Hacía tiempo que no bebía champán». Apuró la copa hasta el fondo y se volvió hacia la izquierda; apenas tuve tiempo de acercarme, de inclinarme sobre el lecho y de llamarle: ya no respiraba, se había quedado dormido como un niño…

    Cuando Antón Pávlovich dejó de existir, una polilla gris, de dimensiones enormes, entró por la ventana y, con un ruido desagradable, empezó a chocar con las paredes, el techo y la lámpara, como en una agonía de muerte9.
  • Pablohar citeretsidste måned
    frente a Suvorin –así reconstruye Raymond Carver el episodio en un famoso relato dedicado a su maestro Chéjov– cuando, de pronto, sin ninguna señal previa, la sangre empezó a salir a borbotones de su boca. Suvorin y dos camareros lo acompañaron al baño y trataron, sin éxito, de parar la hemorragia con compresas de hielo.» Se recuperó en una clínica. «Cuando Suvorin fue a visitarlo, Chéjov se excusó por el “escándalo” que había causado en el restaurante tres noches antes, pero rechazó con cierta insistencia la gravedad de la situación. “Reía y bromeaba como de costumbre”, anotó Suvorin en su diario, “mientras escupía sangre en una bacinilla”»
  • Pablohar citeretsidste måned
    . A los quince años tuvo una peritonitis que estuvo a punto de costarle la vida. Desde entonces sufrió desarreglos intestinales. A los veinticuatro años aparecieron los esputos de sangre y los primeros síntomas de tuberculosis. A los treinta y siete la enfermedad se agravó. Estaba cenando en un restaurante de Moscú con el editor Suvorin. «Acababa de sentarse
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