Es asunto suyo encontrarla y recogerla y comunicárnosla. Así, al menos, infiero yo de la lectura de Lear o de Emma o de En busca del tiempo perdido. Pues la lectura de estos libros parece ejercer una curiosa operación de acomodamiento de los sentidos; tras ella, vemos con más nitidez; el mundo parece despojado de su cubierta y dotado de una vida más intensa.