Hay dos cosas que Angela siempre ha tenido claras: La primera, que es la última Soñadora, la única con la habilidad de abrir puertas a todos los mundos en el Universo; la segunda, que ella es propiedad de un señor demoníaco y solo puede usar su don cuándo y para lo que él quiera. Sin embargo, cuando su dueño le ordena integrarse a la vida cotidiana, en medio de un mundo sin magia, Angela descubre que posee nueva independencia que puede usar para viajar a otros mundos sin molestar al señor demoníaco. No obstante, nunca habría creído que las respuestas, que por tanto tiempo le habían sido esquivas, se encuentran en uno de aquellos viajes, revelando la oscura verdad tras la desaparición de los otros soñadores.