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Bøger
Leslie Jamison

La huella de los días

  • Victoria Victoriahar citeretfor 4 år siden
    «Tenía dos ansias y ambas luchaban entre sí –escribió Rhys en su diario–. Quería sentirme amada y quería estar siempre sola.»1
  • Victoria Victoriahar citeretfor 4 år siden
    Mi yo borracho era como una prima ridícula de la que me sentía responsable, una huésped en el bosque de cuyas acciones era indudablemente culpable, aunque no recordara haberla invitado
  • Roxana Lezamahar citeretfor 4 år siden
    esa chica que quería expresar la inmensidad de lo que sentía y para hacerlo usaba lo que tenía más a mano
  • Rafael Ramoshar citeretfor 9 timer siden
    Peter y yo pasábamos las mañanas en una cafetería cercana, hablando de nuestros sueños y compartiendo magdalenas del tamaño de pelotas de béisbol; luego nos separábamos para poder pasar el resto del día escribiéndonos emails sobre las partes de nuestros sueños que habíamos olvidado mencionar antes. A veces demoraba la lectura de un mensaje para preservar intacto ese potencial que era como una luminosa sensación de calor en las entrañas, no muy distinta a la que sentía cuando imaginaba la primera copa del día. De hecho, saber cuándo volvería a ver a Peter equivalía a saber cuándo volvería a beber, porque nos veíamos todas las noches y porque siempre bebíamos cuando estábamos juntos. Comprábamos botellas de litro y medio de shiraz barato y cenábamos platos de queso con tostadas. Rara vez cocinábamos. Enamorarme era la única experiencia que podía rivalizar de veras con el alcohol –por la sensación de embriaguez, de dejarse llevar, por cómo me absorbía– y con Peter tenía ambas cosas a la vez.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 6 dage siden
    Ansiaba algo de luminosidad –las anécdotas que, como los centelleantes puntos de una constelación, componen una vida– y un mundo alejado del hogar en el que mi abuela había muerto.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 6 dage siden
    Tal vez fuera tentador para Hardwick imaginar a Holiday como una mujer que contemplaba las ruinas de su propia existencia con la cabeza bien alta y sin arrepentirse de nada, pero no es casualidad que una mujer blanca considerara su autodestrucción luminosa y que la propia Holiday no lo viera así en absoluto. Era demasiado consciente del precio que debía pagar a cambio.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 6 dage siden
    Hardwick se declaraba fascinada ante la «mera enormidad de sus vicios» y admiraba la poderosa alquimia por la que era capaz de transformarlos en dones extraordinarios. Era como si Holiday supiera estar a la altura de su propio dolor. «Hay que ser digno de la gran destrucción», escribió Hardwick, sobrecogida por el «implacable talento y la magnífica devastación» de Holiday.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 6 dage siden
    La mitología de Berryman se basaba en su propia y sobrenatural alquimia –el whisky era el fluido que él ingería, la tinta era el fluido que producía y ambos eran alternativas a la vulgar sangre humana–, pero las venas de Berryman estaban repletas de vulgar sangre humana, sangre que el alcohol fue envenenando poco a poco, y su vida estaba repleta de fluidos que no eran tinta: el sudor de los temblores provocados por el síndrome de abstinencia, el vómito, los pantalones meados y cagados. Detrás del mantra del whisky y la tinta, esas poéticas líneas paralelas, había un hombre con las espinillas llenas de moratones que se pasaba media vida inconsciente a causa del alcohol. Tenía el hígado tan inflamado que podía palparse a través de la piel. Lo suyo no era beber por fanfarronería o farsa. Lo suyo era un lento rezumar hacia la muerte.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 8 dage siden
    Oímos hablar al alcohol. Su tono es un gemido que no lleva a ninguna parte. Sus temas son el sufrimiento inmerecido, el resentimiento, la autocompasión, el orgullo y un anhelo desesperado de dominar el mundo. Es una estafa en el fondo y en la forma
  • Rafael Ramoshar citeretfor 8 dage siden
    En el fondo, Jackson estaba haciendo algo revolucionario negándose a convertir el alcoholismo de su personaje en símbolo de complejidad psicológica, permitiendo que Don tachara de irrelevante la pregunta «¿Por qué bebes?»: «Hacía mucho que el porqué había dejado de tener importancia. Eras un borracho y no había más vuelta de hoja. Bebías y punto.» Don no quiere falsear el relato de su alcoholismo ennobleciéndolo con causas altisonantes, aunque también se preocupa por el relato que queda sin ellas: «No era siquiera medianamente dramático. No era nada.» Pero algo sería, claro está, porque cientos de miles de lectores se sintieron atrapados por un libro que se empeñaba en decirles que no valía la pena leerlo.
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