La práctica del cuarto mantra se basa en lo contrario. Tienes que reconocer que sufres. «Querido/a, estoy sufriendo. Quiero que lo sepas. Por favor, ayúdame». De hecho, la fórmula es en realidad un poco más larga: «Querido/a, estoy sufriendo. No entiendo por qué has dicho algo así. No entiendo por qué me has hecho algo así. Estoy sufriendo. Así que, por favor, explícamelo. Necesito tu ayuda». Esto es amor verdadero. Pero decir «No estoy sufriendo, no necesito tu ayuda» no lo es.