Paul van Dyck, joven pintor en el Amberes de 1622, acepta pintar un cuadro de enormes dimensiones para don Juan de Tassis, conde de Villamediana. Se traslada a Madrid, donde empieza a pintar el impresionante retablo siguiendo las instrucciones de su mecenas, el cual a partir de la representación de la degollación de San Juan Bautista pretende revelar algunos de los secretos mejor guardados de las monarquías europeas. Unos secretos que ignoran la mayoría de los visitantes del Museo del Prado, donde se encuentra actualmente el lienzo.