«Un amor infeliz, deudas, matrimonio, labor creativa, conflicto con las autoridades. Y por añadidura, como quería Dostoyevski, cierto horizonte trascendental». Estas pocas líneas describen escuetamente la situación del autor durante su retiro («espiritual») en Mijáilovskoie, una suerte de parque temático en honor a Pushkin que se convierte, en manos de Dovlátov, en otro descacharrante y estremecedor jalón de su obra narrativa. De Serguéi Dovlátov (1941–1990) se ha dicho que «por sí solo, ha inventado el idioma que los rusos hablan en la actualidad». Su estilo conciso y antiliterario, su hondura, su humor y su desconcertante habilidad para analizar, con mirada piadosa, los absurdos que rodearon su azarosa vida lo han convertido en un clásico contemporáneo.
«Dovlátov no solo es el escritor más popular del último cuarto de siglo en Rusia, también es el autor de algunas de las mejores páginas que ha dado el siglo XX». —The Guardian
«Tu voz es profundamente auténtica y universal. Tenemos suerte de tenerte con nosotros. Tienes grandes dones que ofrecer a este loco país». —Kurt Vonnegut