Parece que el trauma llama al trauma. Hay estudios que apuntan a que, si sufres traumas tempranos en la infancia, es más probable que sufras otros traumas a lo largo del resto de tu desarrollo. La base científica de esto se halla, en parte, en la genética. Ya hemos dicho que uno de los efectos del trauma es el cambio en nuestra epigenética, y otro es la reducción de los telómeros (encargados, entre otras cosas, de prevenir el envejecimiento celular). Por otra parte, se halla en las modificaciones cerebrales que se pueden dar debido a estos sucesos: inflamación de la amígdala o reducción del hipocampo y del córtex prefrontal. Todo ello hace que seamos más sensibles y, ante el siguiente acontecimiento potencialmente traumático, reaccionemos peor, siendo más probable que se genere otro trauma.