En este tercer volumen, con el que Jorge Riechmann concluye su Trilogía de la autoconstrucción (precedido de El socialismo puede llegar sólo en bicicleta y Autoconstrucción), el filósofo aborda la pregunta por el sentido de la vida y las posibilidades de autorrealización de la vida buena, cuestiones que exigen ser replanteadas ante los riesgos de regresión y colapso ecológico y social que amenazan el presente y el futuro de nuestras sociedades, en lo que ha dado en llamar el Siglo de la Gran Prueba. La continuidad de nuestro mundo, sostiene Riechmann, es precisamente esa confianza que hoy no podemos dar por sentada. Frente a las aspiraciones de absoluto, trascendencia y onmipotencia con que el ser humano ha pretendido colmar y redimir el sentido de su existencia, frente a esas formas de “religión civil” de nuestra época, basadas en los valores del crecimiento y el consumismo y en las ilusiones de una utopía tecnocientífica y transhumanista que nos proyecte más allá de la Tierra y de nuestros límites biológicos, Riechmann apela a un saber de la mesura, de la autocontención, que haga autocrítica de la razón utópica y de la razón mítica, de las “supersticiones laicas” del teleologismo, antropocentrismo y progreso. Se trata de concebir y de asumir la vida humana como un proceso inmanente de autoconstrucción que requiere del coraje de aceptar la propia finitud, la fragilidad y vulnerabilidad humanas, nuestra condición de seres interdependientes y ecodependientes.