Edith Wharton

Dos estampas de Nueva York

  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    “No creo en los fantasmas, pero me asustan”, escribió en el prefacio de su libro Ghosts. Cuando Wharton era niña, le daban tanto miedo los relatos de fantasmas que no podía dormir si en el cuarto había uno de esos libros y a menudo terminaba por quemarlos. En algún momento, la precoz escritora dejó de quemar los libros y comenzó a escribirlos.
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    Los libros de Wharton son testimonio de las transformaciones que sufría esa gran ciudad, desde el viejo Nueva York de las grandes mansiones frente a Central Park hasta el Nueva York de los obreros explotados, reducidos a una vida indigna en sus diminutos departamentos. “La vista de la señora Manstey” es el relato con el que Wharton debuta y se consagra como una de las principales cronistas del Nueva York de su tiempo
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    La ciudad de Nueva York es protagonista constante en la obra de Wharton. Sus novelas y relatos son fragmentos de un retrato multifacético, que echa mano de la nostalgia y el elogio lo mismo que del desprecio y la sorna
  • Rafael Ramoshar citeretsidste år
    Los biógrafos de Wharton echan de menos ciertas piezas clave que están desaparecidas, por ejemplo, las cartas a su esposo y las cartas a su amante, el periodista Morton Fullerton. Pero la información que sobrevive permite el esbozo de una mujer llena de contradicciones. Por un lado, fue una mujer bisexual, sin hijos, que logró vivir de las ganancias de su obra literaria y fue una de las primeras mujeres en divorciarse en una sociedad que todavía estigmatizaba el divorcio, y a las mujeres divorciadas particularmente. Por otro lado, se opuso al movimiento sufragista y al discurso feminista de su época. De su familia de alcurnia preservó el estatus y varias costumbres burguesas extravagantes; se dice, por ejemplo, que escribía a mano en la cama, junto a un perrito faldero, y que aventaba las páginas al suelo, donde una secretaria las recogía para transcribirlas. Pero en su obra criticó a las clases altas con finísima ironía y denunció su rigidez y conservadurismo con una intuición que, quizás a su pesar, hoy bien podríamos llamar feminista. Sus más de cuarenta libros conforman una obra vasta, tan compleja como la misma autora
  • Ana Saenzhar citeretfor 3 år siden
    Lo curioso era que estaba consciente de que él no sentía hostilidad, ni siquiera impaciencia, sino algo remoto, una inaccesibilidad mucho más difícil de vencer. Se sintió excluida, ignorada, borrada de su vida. Pero después de mirarlo durante un instante con más calma, vio que él sufría tanto como ella. Su rostro distante y cauto estaba compungido de dolor; la llegada del sobre gris nunca lo había marcado tan profundamente como esta discusión con su esposa.
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