Una grieta en la noche

Tal vez mi tío se murió en el incendio y no su compadre, y nosotras estábamos cuidando a alguien que dejó el mundo pero todavía no lo sabíamos, y tampoco él.

ser un cerillo en vida, ardiendo hasta consumirse

era un animalito asustado todavía por los tronidos de los cohetes y el fuego que le quemó no solo la pierna, la pierna era lo de menos, que le jodió el taller delante de la casa y le quemó la mitad del lugar donde vivía, el fuego que dejó inhabitable su patrimonio y lo convirtió en un huérfano por segunda vez, en un perro de la calle al que la hermana y la hija de la hermana le echaban de comer, un perro que se asusta con los cohetes, que se va a espantar cuando vea un brillo en la noche y sienta que la noche está crujiendo.

más si mi tío irradiaba el calor de los fuegos artificiales que le quemaron el taller,

No recuerdo haber convivido con mi papá porque su presencia se apagó antes de que yo tuviera pensamientos propios.

Mi mamá y yo éramos dos lunas que orbitan juntas pero moviéndose lejos de las demás, por función de la gravedad, como leí alguna vez y nos reconocí en uno de mis libros

Mi hija siempre fue ese fantasma.

porque desde que desapareció, desde que la encontraron no tenía sueños, ni pesadillas, no tenía nada.

Cincuenta y cinco años de vida y supe del dolor hasta entonces

Mi Todo ya había desaparecido