—Toma. Ahora siempre que quieras un perrito caliente, me puedes mandar
un mensaje. —Le tiendo el teléfono y coloco mi mochila tras su espalda para que tenga algo sobre lo que apoyarse—. Pero no te acostumbres mucho a este trato preferencial —bromeo en un intento de animarla. Su rostro sigue tenso—.
No le compro perritos calientes de gasolinera a cualquier chica.
—Espero que no. Es básicamente lo mismo que pedirles que sean tu novia.
—Nah, esto ya roza el matrimonio.
Le doy un bocado y me como la mitad del perrito.
—¿Y eso?
—Cuando quieres que alguien salga contigo o sea tu novia, lo planeas todo
porque quieres impresionarlas. El matrimonio es más relajado. Haces las cosas
que de verdad disfrutas y te sientes tan cómodo con esa persona que no te hace
falta impresionarla.