Se dice que, cuando morimos, todas nuestras oraciones, ayunos y actos de caridad son pesados en una balanza. Pero cuando la bondad se mide en el cielo, confunde las balanzas y demuestra ser imposible de cuantificar. De modo que haz de la bondad el rasgo más importante de tu vida. Si encuentras solo un ligero rastro de ella en ti, aliméntalo para que se vuelva abundante