Dios fulmine a la que escriba sobre mí

Los objetos son inertes y sólo tienen significado en función de la vida que los emplea. Cuando esa vida se termina, las cosas cambian, aunque permanezcan iguales. Están y no están allí, como fantasmas tangibles, condenados a sobrevivir en un mundo al que ya no pertenecen.

Marguerite Yourcenar decía que una de las mejores maneras de conocer a alguien es a través de sus libros. Algo de verdad debe haber ahí.

objetos de quien muere son algo así como utilería en una película que ya se terminó de filmar. Reposan en el limbo de haber cumplido su propósito.

El abrazo más necesario. Somos también lo que hemos sido para las demás.

y esos libros, y yo, desesperada por asir a mi papá, lo saludara cada mañana al verlos. Buenos días, gran nada. Buenos días, vacío para siempre.

Los libros son mi sombra. Incluso cuando intento deshacerme de alguno, regresa por caminos rebuscados. Me voy a morir ahogada en ellos, como él.

los libros quizás no nos mejoren, pero nos invitan a la polisemia

Quería escribir una exquisita disquisición

Y yo nunca había sentido con tal contundencia cómo algo intangible se puede expandir en los espacios con su tibieza y silencio. Ah, y las sábanas, la tristeza de las almohadas.

Shandy según mi papá: jugo de manzana, del más dulce, harto harto, con cerveza