a diferencia del turista peregrinante, no conoce ninguna diferencia entre aquí y allí, y no vive ni en el «futuro» ni en el «futuro perfecto», sino que vive totalmente en presente, habita el estar-aquí. Para Bauman el turista es todavía un peregrino que está desgarrado entre el anhelo hacia el allí y el miedo frente a este. El turista hipercultural, por el contrario, no siente ni anhelo ni tiene miedo.