Pantano

enoja que tenga que envejecer,

meterse al agua, perderle el respeto, al final ha sido más tiempo río que frontera internacional

el silencio del desierto también es visual. Lo conforma la extensión de la mirada que no encuentra sitio donde reflejarse”

Cualquier nota en el momento equivocado es una mala nota. Pensar de más es cagarla más

la mente, la ciudad es un ensayo de inscripción y borradura

viejos deberían ser los que guardan la memoria colectiva, pero en el estado actual de las cosas se les recluye en espacios donde nada tiene significado

revelación de cómo movilizar masas a partir de sus emociones

Suelo anticipar lo peor casi siempre, pero no aquí

Me pregunto si lo verdadero del dolor, de la pérdida, de una epifanía, de un instante pleno, deja de serlo en cuanto alguien se apropia de la historia

adversario, la edición amarillo canario de Anagrama. No me explico cómo no la vi antes, en los primeros recorridos de la vista.
Extirpo el libro del conjunto para llevarlo al balcón donde Sylvia tiene un pupitre y un tapete de yoga a medio desenrollar. El balcón, casi a nivel de la calle, da a una pequeña estación de bomberos con techos de teja, a la que entra un camión en completo silencio. La noche tan tranquila me permite escuchar la plática de los bomberos, hablan sobre el 11 de septiembre de acá. Los aviones no solo penetraron dos rascacielos sino también las membranas plasmáticas de nuestra memoria