Jennifer L. Armentrout

Un reino de carne y fuego

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¿Es el amor más fuerte que la venganza?
UNA TRAICIÓN.
Todo lo que ha creído Poppy es mentira, incluido el hombre del que se estaba enamorando. Rodeada de pronto por gente que la ve como un símbolo de un reino monstruoso, apenas sabe quién es sin el velo de la Doncella. Pero lo que sí sabe es que nada es tan peligroso para ella como él. El Señor Oscuro. El príncipe de Atlantia.
UNA ELECCIÓN.
A Casteel Da'Neer se lo conoce por muchos nombres y muchas caras. Sus mentiras son tan seductoras como sus manos. Sus verdades, tan sensuales como su mordisco. Poppy sabe que no debe confiar en él. Y Casteel la necesita viva para lograr sus objetivos. Pero él también es la única vía para que ella consiga lo que quiere: encontrar a su hermano Ian.
UN SECRETO.
El malestar crece en Atlantia mientras esperan el regreso de su príncipe. Los rumores de guerra se están extendiendo, y Poppy está en el centro de todo ello. El rey quiere utilizarla para enviar un mensaje. Los Descendentes quieren verla muerta. Los wolven se están volviendo más impredecibles. Hay secretos oscuros en juego, secretos llenos de los pecados manchados de sangre de dos reinos que harían cualquier cosa por mantener la verdad oculta.
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789 trykte sider
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Vurderinger

  • Susy Lópezhar delt en vurderingsidste år
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    💞Superromantisk
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    😄Vildt sjov

  • Abril Godoyhar delt en vurderingfor 10 måneder siden
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  • Alison Reynosohar delt en vurderingfor 2 år siden
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Citater

  • Wale Godoyhar citeretsidste år
    Eres una criaturita absolutamente asombrosa y violenta
  • Lilen Altamiranohar citeretsidste måned
    —Te lo perdiste —intervino Jasper, mientras mis sentidos percibían la incredulidad y la preocupación que irradiaban de Alastir. Lo cual no era ninguna sorpresa. Él había querido que esperáramos hasta que Casteel hablara con sus padres—. El día se convirtió en noche al final de la ceremonia. Nyktos dio su aprobación.

    Alastir parpadeó como si eso no se lo hubiera esperado.

    —Vaya, eso es… es una buena noticia. Quizás sea de ayuda cuando se lo comuniquéis al rey y a la reina, pero tengo que hablar contigo, Casteel, en privado.

    —Todo lo que tengas que decirme puedes decirlo delante de mi mujer —repuso Casteel, y mi estómago ya inestable dio una voltereta.
  • Lilen Altamiranohar citeretsidste måned
    —¡Poppy! —La voz fue una sorpresa, el fogonazo de un relámpago, y mis ojos se abrieron.

    La neblina se había condensado delante de mí, una masa aplastante y giratoria. Unas motas de oro parpadeaban como si se encendieran y apagaran dentro de ella.

    —No vayas más allá —susurró la voz, una voz tan pura que era casi insoportable de oír—. Lo que buscas no lo vas a encontrar aquí.

    —Para. —La neblina se solidificó, cobró forma y se volvió más dorada. Era alta. Ella era alta. Abundantes ondas de pelo entrelazadas, del color del fuego. Una cara borrosa. Pero unos ojos del color de la plata fundida ardían a través de la neblina. A través de mí—. Ve a casa. Toma lo que es tuyo y encontrarás ahí lo que buscas. La verdad. Ve a casa.

    —¿Quién eres? —susurré—. ¿Quién…?

    Un brazo me agarró por la cintura sin previo aviso y tiró de mí hacia atrás contra un pecho duro y caliente. Noté un olor a pino y especias oscuras cuando me quitaron los pies de debajo del cuerpo y los dos caímos al suelo cual fardos.

    —Poppy. Dios. Poppy. —Casteel me dio la vuelta en su regazo, palpó mi cara con una mano. Estaba jadeando, su pecho subía y bajaba a toda velocidad mientras zarcillos de neblina se deslizaban por su rostro demasiado pálido—. Por todos los dioses, Poppy, ¿qué diablos estabas haciendo?

    —Yo… —Miré a mi alrededor, pero no vi nada más que la espesa neblina y a Kieran de pie por encima de nosotros, la vista clavada detrás de mí y la respiración igual de trabajosa que la de Casteel. Me invadió la confusión.

    —¿Qué diablos estabas haciendo? —exigió saber Casteel otra vez. Me dio una ligera sacudida. Su respiración estaba acelerada y formaba nubecillas rápidas entre la bruma—. Podías haberte… te hubieses roto, Poppy. Roto y destrozado de un modo que nunca hubiese podido reparar.

    No entendía de qué hablaba, pero tenía un aspecto… un aspecto que no le había visto jamás. Aterrorizado. Los ojos muy abiertos y luminosos, incluso entre la neblina, los planos y ángulos de su cara muy marcados.

    Me agarró las mejillas con sus manos enguantadas.

    —Te dije que no te alejaras.

    —Yo… no lo hice —le dije—. Estaba durmiendo… estaba soñando. Oí… oí a mi padre llamar mi nombre…

    —Condenada neblina —gruñó Kieran, agitando una mano furioso entre el espeso blanco.

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