Regresar a vosotros es un fastidio. Imagináoslo: en invierno, estáis tumbados bajo la manta, deleitándoos en el reposo y el calor. Aunque queráis a vuestros amigos, ¿de verdad tenéis ganas de salir al frío para decírselo? Y si el amigo sois vosotros, ¿de verdad queréis obligar a quien echáis de menos a enfrentarse a las incomodidades del frío?