La cura mortal

Thomas observó el techo como si esperara que eso ocurriera en aquel mismo
instante.
—Ya

De manera incomprensible, él extrañaba ese sitio y estar a solas con ella—

, antes de que Thomas captara lo que estaba ocurriendo, atravesó corriendo la habitación y lo envolvió en un fuerte abrazo. Aturdido, Thomas retrocedió, aunque no quería desprenderse de sus brazos.

—Ey, don Rata, ¿se siente bien? —preguntó Minho.

—Bueno, eso lo define todo —repuso Minho—. Si Aris y Teresa están a favor, yo estoy en contra.

Odio a esa chica —señaló Minho.

se inclinó y le dio un beso

–Muy bien –dijo Minho mientras retrocedía y le indicaba al hombre que se pusiera de pie–. Eso no estuvo tan mal. Vayamos a visitar a tu jefe. Tú, mis amigos y yo.

haber liberado el virus de la Llamarada como un método para controlar a la población fue un crimen repugnante e irreversible.

y busqué una solución alternativa para salvar, al menos, una parte de nuestra raza.