Nuestra relación con los regalos dice mucho de nosotros. Aceptarlos con alegría, abrirlos únicamente a solas, sentir que queda uno en deuda, sospechar, emocionarse, sorprenderse. Nunca negocié nada material ni recibí obsequios por sacar buenas notas. Me parecía bien: no tenía más deber que estudiar. Por lo demás, fui una adolescente mimada. Si el regalo –dice Bourdieu– es un acto de comunicación, con su generosidad mis padres suplían un cierto mutismo afectivo. Yo también era muy reservada; mi contra-regalo era no dar problemas y no desbarrar.