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Bøger
  • abby montelongohar citeretfor 4 år siden
    Desde nuestro punto de vista, esto muestra que lo que importa verdaderamente, el nudo de la cuestión, no está en que haya embriones de hecho formados –vida individual en potencia– sino que la clave del tema del aborto está en que una mujer pueda tomar una decisión respecto de un embrión que lleva dentro y que se ha formado porque un hombre ha tenido relaciones sexuales con ella. Aquí parece residir el quid del asunto. El engendrador ha dejado dentro un gameto, que es la vasija para tomar decisiones. También puede resonar el tema de “no haberlo hecho”, el del control de la sexualidad, pero creo que es mucho más profundo el tema de no tolerar que el hombre sea desposeído del poder del padre. Que no quiera ni conocer
  • abby montelongohar citeretfor 4 år siden
    contenedor?, ¿se van a producir diez mil abortos de golpe? Y, si así fuera, ¿de quién es la responsabilidad moral?, ¿a quién vamos a meter en la cárcel? ¿A la especialista? ¿A quienes dejaron la carga genética? ¿A quien puso el ovario o el espermatozoide? ¿Y si eran donantes anónimos? ¿Van a la cárcel los varones corresponsables de los embarazos voluntariamente interrumpidos por mujeres en países en que está prohibido el aborto
  • abby montelongohar citeretfor 4 år siden
    La marca simbólica, el apellido del padre
    La prioridad biológica/ontológica/simbólica/legal de la paternidad sobre la maternidad no es un tema del pasado. Es interesante afrontar el tema del orden de los apellidos que reciben los bebés. Las mujeres españolas, frente a las de países como los anglosajones y nórdicos, no pierden sus apellidos al contraer matrimonio. Los hijos llevan dos apellidos, el de la madre y el del padre. Desde 1999, si hay acuerdo entre las partes, los hijos ya pueden llevar en primer lugar el apellido de su madre. Sin embargo, casi ninguna mujer toma la decisión de hacerlo. Merece la pena detenerse a reflexionar por qué.
  • abby montelongohar citeretfor 4 år siden
    Amorós (2014) también plantea el abismo simbólico entre lo que hace buena a la madre y lo que hace bueno al padre. Si la buena madre es la que con tal de que viva el hijo acepta renegar de su propia maternidad o su insignificancia ontológica frente al recién nacido,3 frente a esto abundan los ejemplos de que buen padre es, realmente, el que es buen hombre, buen individuo. Y por tanto no se cuestiona que sea mal padre el que es capaz de matar a su propio hijo –esto es una redundancia porque todos los hijos de los varones son propios en la lógica patriarcal– en función de un fin más elevado. Así lo hemos aprendido en la Biblia: el pasaje en que Abraham, el patriarca, se dispone a matar a su hijo varón nos apena por él, porque sabemos que quiere a su hijo, pero no se nos induce en ningún momento a pensar o sentir que es “un mal padre”, mucho menos un asesino. Pero no solo en la religión, ni mucho menos. En la mitología española, por ejemplo, aprendemos de pequeñas el valor, la heroicidad, la épica de los padres de la patria. En libros de aprendizaje como Cien figuras españolas encontramos al menos dos padres que aceptan sacrificar la vida de sus hijos frente al chantaje de los enemigos.
  • abby montelongohar citeretfor 4 år siden
    ¿Qué nos enseña exactamente el mito del sabio Salomón? Recordemos el contexto de la historia. Dos mujeres, probablemente dos prostitutas, han tenido sendos bebés, pero uno de ellos ha muerto y las dos pretenden como suyo al hijo que sobrevive. Ellas gritan y porfían y son llevadas ante el hombre sabio. Salomón dictamina que ante la falta de pruebas se parta al niño por la mitad y se dé una parte a cada una de las que reclaman su maternidad. Al momento, una de las mujeres confiesa que ella no es la madre y pide que se lo den a la otra. Esto le permite a Salomón hacer su dictamen: la madre auténtica es la que reniega de serlo y pone en primer lugar preservar la vida en bruto del bebé. Esta decisión es la que prueba al mismo tiempo que Salomón, un varón, es el paradigma del juicio sabio y que la palabra de las mujeres no tiene valor en sí misma. Ha de ser interpretada. Es la palabra del hombre quien hace madre a la madre. La teología cristiana lo rubricará con sus mitos de encarnación de la vida como logos en la carne mediadora, material, de las mujeres: “Hágase en mí según tu palabra” (Lucas, 1: 26-38), “Y el verbo se hizo carne” (Juan, 1:14).
  • abby montelongohar citeretfor 4 år siden
    El texto rastrea y reevalúa la relación simbólica entre la sabiduría patriarcal, el poder engendrador de la palabra masculina y la irrelevancia de la palabra y el cuerpo femenino.
  • abby montelongohar citeretfor 4 år siden
    Unos de los últimos trabajos de Celia Amorós lleva por título Salomón no era sabio (Roldán, 2015). Esta filósofa, con su habitual carga de profundidad, ha revisitado la relevancia de la genealogía en la fundamentación y reproducción del poder patriarcal. Poder que, no hay que olvidar, es un poder que transmiten los padres a los hijos y que aceptan los hermanos entre sí. En el origen es el poder de los padres, no el poder de los hermanos.
  • abby montelongohar citeretfor 4 år siden
    La respuesta incluye una reflexión desde la dialéctica amo-esclavo de Hegel sobre qué es lo que realmente humaniza al ser humano en bruto. Guerrero es quien pone en riesgo su vida por algún fin que trasciende el hecho biológico de la vida. Sea para cazar, defender o conquistar, el hombre que arriesga su vida es capaz de darle un valor y un significado trascendente. Sin embargo, la madre biológica no pone ningún valor en juego, reproduce la vida de forma ciega, casi diríamos siguiendo el mandato de la naturaleza. Queda por tanto presa de la naturaleza, incapaz de dar el salto a lo cultural. La madre vive en la inmanencia y por eso será sometida por los guerreros que viven en la trascendencia (Beauvoir, 1987). El reposo del guerrero, la mamífera reproductora.2
  • abby montelongohar citeretfor 4 år siden
    Vale la pena recordar cómo establecía la filósofa existencialista Simone de Beauvoir la profunda diferencia entre el valor de la vida de los miembros del primer sexo frente al segundo sexo. La pregunta que formulara Beauvoir es especialmente pertinente para el tema que nos ocupa. ¿Por qué la humanidad ha concedido más valor a la acción de acabar con la vida que a la acción de dar vida? ¿Al género que mata, es decir al guerrero, al cazador, que al género que da y cuida de la vida, a saber, las mujeres? (Puleo, 2009)
  • abby montelongohar citeretfor 4 år siden
    Lo que Amelia Valcárcel (2009) ha denominado la insignificancia femenina y la importancia masculina: la ontología sobre la que reposa y se edifica el resto del edificio patriarcal. El tema del aborto es un tema de marcas, de marcar la jerarquía entre hombres y mujeres.
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