Joshua puede pasarse horas hablando como si procediera de los barrios caros de Boston, ha leído tanto que puede fingir que es normal de muchos modos distintos y razonar según las reglas de cualquiera que tenga delante. Por eso es una persona que puede resultar agradabilísima. Su locura irrumpe de repente, nadie podría predecir nunca cuándo. Tal vez él, pero nadie le ha oído nunca decir nada a ese respecto. Igual que la ballena sale a la superficie a respirar, él enloquece de la misma manera, ofreciendo espectáculo a quien mira desde la orilla.