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Marina Garcés

Filosofía inacabada

  • Ana Luelmohar citeretfor 2 år siden
    La filosofía es la manía de algunos, que sin embargo necesariamente incumbe a todos.
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    Que nuestra finitud, la humana, no es nuestra mortalidad. Que no somos finitos cuando morimos, sino cuando nos sentimos impotentes y arrastrados por la inercia de lo que no queremos vivir. Y que sólo el pensamiento, que no es rebelión contra la muerte sino contra la impotencia, puede hacernos infinitos y mortales a la vez.
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    Por eso, manifestándose contra la lógica policial, es la voz de un mundo irrumpe en otro para hacerlo estallar. La política, por tanto, no es un estado de cosas sino que siempre es acción, intervención, desplazamiento. Desclasificación y proceso de subjetivación inédito. No tiene un orden o lugar propio (el Estado, una clase...) ni es la actualización de una esencia o principio. La política es el lugar de un argumento que tiene como único presupuesto el principio radical de la igualdad, que es la igualdad de cualquiera respecto a cualquiera.
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    La política siempre es el litigio por un mundo que no se deja ver, que no se quiere ver.
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    El litigio político es un choque entre lógicas. Son las dos lógicas inconmensurables: una es la que cuenta las partes reales de la ciudad y se ocupa de los procesos de agregación y consentimiento de las colectividades, organización y distribución de los poderes, así como sus sistemas de legitimación. A esta primera lógica Rancière la distingue con el nombre de policía («police»). La segunda es la expresión colectiva que deshace las particiones sensibles que configuran una comunidad, al poner en acto una presuposición que es ajena al recuento policial: es la parte de los sin-parte, capaz de poner en acto la igualdad de cualquiera con cualquier otro. A ésta le es reservada la palabra política. Para Rancière, sólo hay política en la irrupción de esta segunda lógica. Por eso, como se verá en gran parte de su obra posterior a estos años, toda verdadera política es para Rancière un asunto de estética, un problema que tiene que ver, fundamentalmente, con la sensibilidad. La política es la capacidad colectiva de desplazar radicalmente los límites de lo que somos capaces de ver, escuchar y percibir.
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    Rorty, en su lectura del pragmatismo y distanciándose en este caso de las figuras del primer pragmatismo como Dewey, corta nítidamente el ámbito de lo privado y el de lo público. Para las cuestiones públicas, la filosofía no tiene nada que ofrecer. Rorty ha puesto la filosofía cabeza abajo: de la esfera pública donde ha nacido a la privada, donde debe retirarse, la filosofía ya sólo es una cuestión íntima.
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    Ironista es aquel que sabe que el conjunto de creencias que le sirven para justificar cuanto hace o piensa (lo que Rorty llama su «léxico último») es contingente: duda de él porque ve que hay otros y no encuentra razones para eliminar esas dudas pero tampoco para sostener que uno es mejor que otros. La filosofía forma parte del cultivo privado de la vida de este personaje, que puede refinar hasta extremos insospechados su visión del mundo, desde la radicalidad de su contingencia.
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    Desde una concepción pragmática de la verdad no puede haber separación entre teoría y práctica, sino que la verdad es siempre un proyecto de acción o de vida.
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    Ante esta recolocación de la filosofía, que debe decir su propio nombre en voz baja o detrás de un post-, podemos dirigir a Rorty la pregunta, ¿se pierde algo esencial para la vida cultural de Occidente? Y él no dudará en responder: ¡Sí! Pero es un sí optimista. ¿Por qué? Igual que con la Ilustración se perdió la autoridad de la religión sobre todas las visiones del mundo, también ahora se perderá algo que más vale la pena perder: la cultura científico-positivista y su filosofía representativa. Con su pérdida, ninguna parcela de la cultura se pondrá ya como ejemplo y modelo de las demás ni existirá un personaje, el filósofo, que pueda indicar qué verdades tienen una relación privilegiada con la realidad. Rorty no puede encontrar mejores razones para el optimismo. La búsqueda de la argumentación rigurosa de los filósofos suponía una paralización del proceso de investigación: ahora la conversación queda abierta para sus múltiples lenguajes y para la creación de nuevas descripciones. No hay nada fijo: ni nuestro yo, ni nuestro lenguaje ni nuestras creencias.
  • Armando El Guatequehar citeretsidste år
    Para Rorty, los padres de esta hermenéutica, son Dewey, pero también Wittgenstein y Heidegger. Ellos son los artífices de esta revolución, en el sentido de Kuhn, cuando habla de las revoluciones científicas. Con ellos entramos en una filosofía inconmensurable respecto a lo que la precede, en otro paradigma. Ya no es que piense la verdad de otra manera. Es que se ha efectuado un cambio de tema, porque la filosofía ha dejado de preguntar por la verdad o lo bueno. Como dirá Rorty, la verdad es sólo una propiedad de las proposiciones que no puede desencadenar ninguna teoría con interés filosófico.
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