Heinrich, sin duda te has convertido en un gran maestro de canto y tienes que ver con asuntos muy elevados, pero... ¿sigues entendiendo el dulce saludo del viento de la noche cuando caminas entre las densas sombras del bosque? ¿Sigues alegrándote con ánimo festivo con el murmullo de los árboles y el bramido de los torrentes? ¿Siguen mirándote todavía las flores con piadosos ojos infantiles? ¿Sigues deseando morir de dolor de amor al oír las quejas de los ruiseñores? ¿Te sigue rasgando el pecho una nostalgia eterna que ha nacido amorosamente?...