Caminar

NOS pegamos a la tierra, ¡qué pocas veces ascendemos! Pienso que sería factible elevarnos un poco más. Podríamos trepar a un árbol, por lo menos.

Mi deseo de conocimiento es intermitente; pero el de bañar mi mente en atmósferas ignoradas por mis pies es perenne y constante. Lo más alto a lo que podemos aspirar no es a la Sabiduría, sino la Simpatía con la inteligencia.

Hasta el presente, nuestros únicos nombres auténticos son los apodos.

En una palabra, todas las cosa buenas son salvajes y libres.

El aburrimiento no es sino otro nombre de la domesticación.

Pienso que el granjero desplaza al indio precisamente porque protege la pradera y se hace así más fuerte, y en algunos aspectos, más natural.

El bosque silvestre cubre el suelo virgen y la misma tierra es buena para hombres y para árboles.

Mi ánimo se eleva en proporción exacta con la monotonía exterior. ¡Dadme el océano, el desierto o las tierras incultas! La soledad y el aire puro compensan en el desierto la falta de humedad y fertilidad.

Ben Jonson exclama:

¡Cuán próximo a lo bueno está lo bello!

De la misma manera, yo diría:

¡Cuán cercano a lo bueno es lo salvaje!

Hay una diferencia entre comer y beber para fortalecerse y hacerlo por mera glotonería.