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Bøger
Natalia Ginzburg

Domingo

  • Ivana Melgozahar citeretfor 4 år siden
    Vivíamos como en una guarida, como en unas viejas pantuflas.
  • Ivana Melgozahar citeretfor 4 år siden
    No era que hubiese sido feliz en aquel despacho, al contrario, había sido profundamente infeliz. Pero me había construido una guarida, y el recuerdo de aquella guarida que me había construido hacía tantos años me impedía sentirme como una extraña que había acabado por error entre aquellas calles y callejones.
  • Evelyn Hugohar citeretfor 4 år siden
    Me duró mucho tiempo la infancia, esa solitaria estación de ritos secretos, de preguntas silenciosas a las que nadie podía responder porque nunca se las hacía a nadie
  • Evelyn Hugohar citeretfor 4 år siden
    Yo me había construido mi guarida en aquella casa. Una guarida en la que, cuando estaba triste, me escondía como un perro enfermo para tragarme las lágrimas y lamerme las heridas. Aquel lugar me resultaba tan cómodo como unas viejas pantuflas. ¿Para qué iba a cambiar? Cualquier otra casa me habría resultado hostil y la habría habitado con rechazo.
  • Evelyn Hugohar citeretfor 4 år siden
    La infancia es breve para las campesinas. La miseria es una triste compañera que no admite juegos ni despreocupados pasatiempos. También su juventud es breve, y una vida de privaciones y de trabajo extenuante hace florecer en los rostros de esas mujeres una belleza fugaz y enfermiza
  • Ivana Melgozahar citeretfor 4 år siden
    Proust: «las casas, los caminos, los paseos, desgraciadamente son tan fugitivos como los años».2 Nuestra memoria permanece a veces en un estrato y otras en otro. Se posa sobre ellos como un pájaro. Pero en las ciudades en las que hemos crecido, en los lugares que hemos observado en la adolescencia o en la infancia, nuestra memoria se detiene más a menudo y con más detenimiento.
  • Ivana Melgozahar citeretfor 4 år siden
    En el corazón albergamos un dolor, un recuerdo desgarrador de ese tiempo en el que estábamos tan estrechamente abrazados a la vida, en el que temíamos perderla, pero ese tiempo nos parece ahora lejanísimo, nos hemos convertido en otra cosa, nos hemos quedado pasmados, agotados, apagados, despojados de todo excepto del dolor, y por eso el tiempo del miedo nos parece un tiempo privilegiado, feliz, el miedo era hermoso, latía, bullía y rugía en nuestra sangre, en nuestro cuerpo ahora afligido, gélido y vagabundo, acurrucado contra un muro e inapetente.
  • Ivana Melgozahar citeretfor 4 år siden
    ¿Acaso podía cualquier casa, todas las casas, convertirse en una guarida con el tiempo?
  • Ivana Melgozahar citeretfor 4 år siden
    y, por si fuera poco, de vez en cuando te tragas una nube. Hay nubes deliciosas, pero otras son horriblemente saladas.
  • Ivana Melgozahar citeretfor 4 år siden
    Mañana tendrá que ir corriendo al colegio con su enorme cartera llena de libros. Ya no tendrá tiempo de mirar a su alrededor, de confrontar las cosas y a sí misma.
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