flota inglesa dejó de carbonear y salió como una jauría de perros de caza a buscar a los alemanes. El Canopus comenzó a disparar protegido por las alturas de Stanley. Volaron los vidrios de varias ventanas y el pueblo se llenó de humo y olor a pólvora. La tierra temblaba mientras las andanadas pasaban sobre las cabezas de los pobladores, que se tomaron el espectáculo de la batalla como la posibilidad de un pícnic. Se pasaron toda la tarde repartidos entre las rocas del Sapper Hill y el Tumbledown. La gente iba y venía en carro o