Cuando la casa se quema

Nos hemos hecho más pobres en experiencias de umbral”

El ser humano hoy desaparece, como una cara de arena borrada en la orilla. Pero lo que toma su lugar ya no tiene un mundo, es solo una vida desnuda muda y sin historia, a merced de los cálculos del poder y de la ciencia.

Se tiene miedo a la muerte porque la parte de los deseos inatendidos ha crecido desmedidamente.

Envejecer: “crecer solo en las raíces, ya no en las ramas”. Ahondar en las raíces, ya sin flores ni hojas. O, más bien, como una mariposa ebria, revolotear sobre aquello que se ha vivido. Existen aún ramas y flores en el pasado. Y de ellas aún puede hacerse miel.

Los seres humanos reducidos a su pura existencia biológica ya no son humanos: el gobierno de las personas y el gobierno de las cosas coinciden.

La ceguera es mucho más desesperada, puesto que los náufragos pretenden gobernar su propio naufragio, juran que todo se puede mantener técnicamente bajo control, que no hacen falta un nuevo dios ni un nuevo cielo: solo prohibiciones, expertos y médicos. Pánico y embustes.

La filosofía, lengua muerta. “La lengua de los

siempre ha sido una lengua muerta [...] resulta curioso: la lengua muerta se usa para dar mayor vivacidad al pensamiento.”

“Lo que sucede a tu alrededor / ya no es asunto tuyo.”