Cuando yo era chico, leí un mandamiento de la religión católica que dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Fijate qué simple, mirá cómo deberás amar a tu prójimo, que por lo menos tiene que ser igual a cómo te amás a vos mismo.
Más allá de tu fe religiosa, te pregunto: ¿te has querido por lo menos en la misma medida que quisiste a otro? ¿Te aceptás en la misma forma que aceptás a los demás? ¿Te das placer en la misma medida que lo das? ¿Pedís de la misma forma que te piden? ¿Te das los permisos que das? Elegiste nacer hace muchos años, me parece que es hora de que elijas vivir.
Sería bueno que intentés poner en práctica otra receta. Porque si hacés una comida de determinadas manera y siempre tiene mal gusto, habrá que cambiar la fórmula, aunque sea para probar cómo sale, ¿no te parece?
Probá, intentá, empezá con pequeñas cosas, estudiá algo que nunca te animaste, ponete esa ropa que pensás que te quedará mal, decí que “no” alguna vez, pedí aumento, poné tu propio negocio, no tengás miedo al orgasmo, hablá de sexo, corré algún riesgo… en fin: tratá de vivir en vez de durar.