Cuanto más sufro y me altero, cuanto más me angustio, más corro el riesgo de interrumpir a través de un solo sobresalto todo este intento desesperado de dejar constancia de algo en un brevísimo espacio de tiempo, que claramente no significa nada. Nada, es decir, incluso menos que el sueño de ese ser desconocido que está soñando en vano conmigo, sin conservar nada de mis pensamientos y sentimientos, sin sospechar siquiera el descubrimiento increíble del centro de la soledad, porque cuando abra bruscamente los ojos lo olvidará.