Estar triste es normal y preguntarnos qué nos pasa es sano. ¿No le preguntarías a tu amigo qué le sucede si lo vieses decaído? Pues contigo igual. Si estás pochita o pochito, túmbate y pregúntate qué te sucede. Ahí van unas preguntas que puedes hacerte:
¿Qué me pasa?
¿Desde cuándo me encuentro así?
¿Cuál fue el detonante de este malestar?
¿Ha habido algún motivo más? Quizá… ¿pequeñas cosas que se han sumado?
¿Qué necesito que cambie para encontrarme mejor?
Una vez identificado todo esto, podemos centrarnos o no en la solución, pero quizá mejor lo dejamos para después, a no ser que requiera de intervención inmediata. Si se puede solucionar en el momento, genial. Si no, vamos a tener que tomarnos un día para estar tristes, y no pasa nada, está bien.
Conocerte también implica saber qué necesitas cuando estás triste, qué pide tu cuerpo cuando está así y dárselo. Hoy es tu día de mierda, tu cuerpo te pide que le dejes tener ese día de mierda y se lo vas a dar. Así que, una vez identificado el motivo de tu malestar (o más o menos localizado), permítete estar triste, respeta los sentimientos que se van despertando en ti y abrázate y cuida de ti como cuidarías de una amiga en tu situación.
«Al mal tiempo, buena cara» cara de mierda, que para algo está