Los problemas sociales, como en este caso la violencia ejercida por adolescentes y jóvenes, son de dimensiones colosales para la capacidad exclusiva de un individuo. Al final, son problemas cuyas causas se generaron en el colectivo y es así que el colectivo resulta esencial para su solución. En consecuencia, para los que nos resulta deseable resolver —o al menos mitigar— los problemas sociales, la colaboración, más que una estrategia, es una necesidad.