Todo esto tenía sentido en una era predigital, cuando la única forma que un artista tenía de conectar con su público era a través de una exposición en una galería o de una crítica en una revista de arte prestigiosa. Pero hoy un artista puede aprovechar las posibilidades que brindan internet y las redes sociales para compartir lo que quiera y cuando quiera, prácticamente a coste cero. Puede decidir exactamente qué cantidad o qué parte de su trabajo va a compartir, y ser tan abierto sobre su proceso como desee: puede compartir bocetos y piezas inacabadas, publicar en la red fotos de su estudio o escribir en su blog acerca de sus influencias, de sus fuentes de inspiración o de las herramientas que usa. Al compartir su proceso cotidiano y las cosas que realmente le importan, puede construir un vínculo único con su público.