A la niña le preocupaba no tener control sobre su don y que le hicieran daño las emociones de los demás. De pronto, percibió un suspiro que chocó en su rostro, pero no había nadie. Sin embargo, el suspiro insistió, tocando esta vez su oreja, y eso le recordó a la voz que viajaba en el viento. Entonces, miró a su alrededor para buscarla.