Ante la visión tradicional de la iglesia católica, el autor hace un llamado para comenzar a ver las cosas desde una óptica distinta y descubrir el amor de Dios no desde el chantaje emocional de “Lo hice por ti, ¡y mira cómo me pagas!” sino de aquel que gusta de lo que ha creado y disfruta de las acciones de cada ser humano con una mirada que dice “¡Me caes bien!”. Y desde esta mirada divina de agrado y complacencia, propone una mejor manera de ser cristiano, para entrar de lleno a la aventura de la creación sin miedos ni ataduras. Esto incluye, en su planteamiento, la posibilidad de desatar la conciencia gay, una bandera de lucha que él se ha propuesto sostener desde el ministerio del sacerdocio, para buscar demostrar que los derechos de las personas gays y lesbianas, ante los ojos de Dios, son los mismos que los de todos los seres creados, por la libertad que les ha dado, para así superar el moralismo que han predicado por años muchas corrientes conservadoras de la iglesia