Como padres tenemos la capacidad de convertirnos
en un capullo que guarda en su interior lo más preciado:
nuestro hijo, para cuidarlo, darle tibieza, protegerlo
y mimarlo, hacer que se sienta seguro y amado…
¿Resuena en tu memoria esa sensación? Espero que sí, a todos nosotros –o a la mayoría– nos ha tocado vivir esa pacífica experiencia en nuestra infancia, ser llevados en brazos a la cama o acurrucarnos del frío, o darnos el beso de las buenas noches.
Era una época donde solo sentíamos lo que vivíamos día a día… es nostálgico y al mismo tiempo sereno, porque esos actos de amor nos hicieron ser lo que somos ahora… algunos más algunos menos, no importa, cada persona tiene un camino que recorrer hasta llegar a su perfección…