Nada te prepara para algo así. Es algo que no entra en los esquemas de lo previsto. Ni siquiera remotamente. El cerebro humano ha evolucionado tanto, se ha alejado tanto de los animales, que ha olvidado cómo resistir un golpe similar y, por eso, ante un impacto de tal magnitud se repliega sobre sí mismo hasta casi desaparecer, dejando en modo automático la parte mínima de las conexiones neuronales que permiten la supervivencia. Corazón late. Pulmón respira. Sangre circula. Y poco más. Los ojos no se abren. Las piernas no sostienen al cuerpo. El estómago no tolera alimentos