El libro son pequeños o no tan pequeños, relatos que giran alrededor del viaje, del viaje físico, del viaje mental, del viaje filosófico. Con cada uno de ellos se podría escribir una novela, pero la escritora prefirió dejarlos hasta allí, dejándome en varios casos con ganas de más.
Hermosamente escrito, no es la historia en sí lo que atrapa sino las cavilaciones de la autora sobre un sin fin de cosas así como su increíble capacidad para crear metáforas perfectas, por ejemplo:
"La vida se me antoja un vicio repugnante cuyo control se nos escapó hace tiempo."
"La mujer de muslos fuertes es como un cascanueces –piensa el doctor Blau–, meterse entre ellos entraña el peligro de ser destrozado. Meterse entre ellos equivale a desactivar una bomba."
"las empujaba la esperanza de que el recuerdo exacto de los lugares de antaño funcionara como una cremallera, creando una sutura metálica que, diente tras diente, uniera el pasado y el futuro en una superficie estable."
A la mitad del libro ya estaba pensando que iba a ponerle tres estrellas, pero mientras seguía avanzando los relatos me fue gustando más.
Parece que es un libro fácil porque son pequeñas historias y notas de viajes que parecen no llegar a ninguna parte, ideas y voces aparentemente aisladas, pero eventualmente se van entrelazando y generan cierta complejidad, sobre todo a un nivel reflexivo, se genera, como dicen, una filosofía del viaje ¿Qué nos hace viajar? o al contrario ¿Qué nos hace quedarnos? ¿Cómo nos comportamos en esos lugares que no nos son familiares?, etc...
Por otro lado, sin duda, es impresionante el nivel de observación que tiene la autora, describe detalles que para muchos podrían pasar por alto, esos detalles de lo infraordinario como diría Perec. Desde mi punto de vista, este libro, atraviesa los tres ejes: tiempo, espacio y cuerpo porque hay muchas historias donde la taxidermia es clave para el desarrollo de las historias, pienso que es un recordatorio de la importancia que deberíamos dar a nuestro propio cuerpo, ya que, es nuestro único medio para relacionarnos con el mundo, pero que, comunmente, como diría Foucault, no somos concientes de él y de su deterioro.
Por último, y no menos importante, también nos invita a escribir y documentar nuestros viajes, como una batalla al olvido.
Es una bomba de viajes, literalmente sientes que te subes a un tren o un avión diferente y que la ruta la marcan todos los relatos, así parezcan azarosos. Por cierto que el viaje también es interno. Es muy muy bonito.