Qué locura enamorarme yo de ti

Y me encuentro en su cuerpo con los enigmas: una Gabriela inmortal, bonita, joven, que empieza a amarse mientras él la ama. Y ya siento que lo conquisto fácilmente, que avanza y me conmueve ver cómo crece su placer, cómo empieza a arder por mi culpa y nuestros ojos se desesperan y se hablan en sus mil idiomas y se cruzan en la inmensidad de nuestra historia en común.

No sé si la libertad es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír, o un lujo que no todos pueden permitirse. Solo sé que no quiero ser nunca más como dijo una poeta:
«El pájaro que se vuelve jaula».

Para nadie es fácil revisar las creencias y estructuras sobre las que nos sostenemos, incluso muchas de las que consideramos subversivas, pero al menos lo intentamos.
Nos dijeron muchas cosas.
No escuchamos ninguna.
Nos estrellamos contra nuestras propias limitaciones, pero seguimos

Hacia dónde lleva el camino que haré con las pequeñas piedras de mis cicatrices si solo hay muros a mi alrededor? Yo, que tenía una granada en la mano siempre apuntando al cancerbero, ahora estallo como la mujer bomba. Las víctimas engendran sus verdugos

Estoy cansada de ser un tema de debate, en el que puedas posicionarte a favor o en contra. Solo espero compañía, no quiero que me aleccionen con la teoría king kong, ni con el manual del perfecto poliamoroso. Ni que me miren desde su superioridad moral, como si no se hubieran revolcado alguna vez en el barro por amor, aunque sea monógamo. ¡Estoy sufriendo!

Sentí amor por las quemaduras de sus piernas y de su alma. Odié a su padre, quise a su madre.

Él se enamoró de mí aquella vez que fue a buscarme a mi casa y me vio por primera vez llevar un vestido largo azul, de flores blancas, y no mis minifaldas con las que iba a trabajar, y encima estaba comiendo bucólicamente una manzana. Le parecí menos puta de lo que pensaba que era. Se equivocaba. Pero ya era tarde.

Podremos algún día ser como nuestras plantas que crecen casi sin cuidados, solo expandiéndonos por el espacio, como un bosque salvaje

La mentira impulsa la búsqueda de cierta verdad.

Me gustaba que me dijera al oído: «Eres mía, solo mía». ¿Por qué? ¿Por qué eso nos daba tanto placer? ¡Si somos tres