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Si las nueve campanadas, me dije, me sorprenden sin tener la mano sobre la aldaba de la puerta, algo funesto acontecerá. Y corría frenéticamente, mientras recordaba haber corrido a igual hora por aquel sitio y con un anhelo semejante. ¿Cuándo?
Michelle Machar citeretsidste år
El término de mi marcha parecía correr delante de mis pasos, y la hora de la cita palpitaba ya en los relojes públicos.
Michelle Machar citeretsidste år
Cuando alcancé, jadeante, la tabla familiar de mi puerta, nueve sonoras campanadas estremecían la noche.
Sobre mi cabeza había hojas; en mi ojal, una florecilla modesta que yo no corté.
Michelle Machar citeretsidste år
Contemplé de nuevo el retrato; me vi yo mismo en el espejo; verifiqué la semejanza: yo era como una caricatura de aquel retrato.
Michelle Machar citeretsidste år
—Helo aquí —me dijeron mostrándome un retrato.
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A mis pies se habían enredado las guías vegetales del jardín; había hojas sobre mi cabeza.
Michelle Machar citeretsidste år
Sus explicaciones botánicas, hoy que las recuerdo, me parecen monstruosas como un delirio: creo haberles oído hablar de flores que muerden y de flores que besan; de tallos que se arrancan a su raíz y os trepan, como serpientes, hasta el cuello
Michelle Machar citeretsidste år
Mi imaginación, destemplada por una experiencia tan larga de excentricidades, no hallaba reposo.
Michelle Machar citeretsidste år
En la oscuridad de la noche pude adivinar un jardincillo breve y artificial, como el de un camposanto.
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Sus ojos se dilataban de pronto, fijándose con tal expresión de espanto o abandono en la pared que quedaba a mis espaldas, que más de una vez, asombrado, volví el rostro yo mismo.