En un metro de bosque

traducción de la palabra sánscrita mandala es “comunidad”,

La suave humedad de la mañana se ha disipado, y el caracol se dirige hacia una cumbre, o una roca más bien pequeña, según como se mire el mundo

Su fisiología flexible permite a los líquenes relucir llenos de vida cuando casi todas las criaturas se encierran durante el invierno. Los líquenes se adaptan a los meses fríos mediante la paradoja de la rendición. No queman ningún combustible en busca de calor y en cambio dejan que el ritmo de sus vidas suba y baje con el termómetro. Los líquenes no se aferran al agua como las plantas y los animales. Un cuerpo de liquen se hincha en los días húmedos y se arruga a medida que el aire se vuelve más seco. Las plantas se recogen ante el frío y guardan sus células hasta que poco a poco la primavera las convence para que se asomen. Las células de liquen tienen el sueño ligero. El día que el invierno afloja, los líquenes vuelven a la vida sin dificultad

líquenes no se aferran al agua como las plantas y los animales. Un cuerpo de liquen se hincha en los días húmedos y se arruga a medida que el aire se vuelve más seco. Las plantas se recogen ante el frío y guardan sus células hasta que poco a poco la primavera las convence para que se asomen

¿Podemos ver todo el bosque a través de una pequeña ventana contemplativa de hojas, piedras y agua?

“Ver un mundo en un grano de arena / y un cielo en una flor silvestre.”

El único éxito experimental en este campo viene de tomar prestados los trucos de los domadores de circo y enseñar a los caracoles a comer o a moverse cuando ven una señal. Hasta el momento, estos artistas gasterópodos han demostrado que son capaces de detectar pequeños puntos negros en una tarjeta blanca. También distinguen entre tarjetas grises y tarjetas a cuadros. Que yo sepa, nadie le ha preguntado todavía a un caracol si es capaz de ver los colores, el movimiento o un aro en llamas.

impresión de desolación del mandala es superficial. Dentro de los límites de este metro cuadrado hay cientos de miles de células vegetales, cada una vuelta sobre sí misma, más intensa en su retirada. Igual que ocurre con la pólvora, la apariencia gris y discreta de las plantas no deja traslucir su energía latente. Así, a pesar de que los herrerillos y otras aves hacen un vigoroso alarde de vida en enero, no es nada en comparación con la fuerza que acumulan las plantas inactivas. Cuando la primavera enciende el mandala, la energía que se libera permite a todo el bosque, incluidas las aves, sobrevivir un año más.

invierno, la supervivencia en el mandala exige por tanto no solo una fisiología sofisticada, sino también una esmerada negociación de la dinámica social.

No obstante, la gordura de los carboneros tiene un precio: las aves rechonchas son presa fácil de los halcones. La gordura de cada uno de ellos surge del equilibrio entre el riesgo de inanición y el riesgo de ser depredado.