Muy acertado! Cada uno tiene, independientemente de lo que él sea realmente, un papel que interpretar, el cual le ha sido dado desde fuera por el destino y que determina su posición, su educación y sus relaciones. La moraleja más acertada, me parece, esta: que en la vida, como en el escenario, se debe distinguir a los actores de sus papeles; esto es, al ser humano como tal de lo que él representa: de los roles, posición y relaciones que le vienen dadas. Con qué frecuencia el peor actor hace de rey y el mejor de mendigo; así puede suceder también en la vida, resultando, por tanto, una grosería confundir al actor con sus papeles.