La mayoría de nuestros criterios éticos son bastante pragmáticos. ¿Alguna persona está siendo dañada? ¿Hay alguna manera de evitar ese daño? ¿Se corre algún riesgo? ¿Son conscientes de esos riesgos todas las personas involucradas y están haciendo lo que está en su mano para minimizarlos?
Por el lado positivo: ¿Es divertido? ¿Qué está aprendiendo todo el mundo de esto? ¿Está ayudando a alguien a desarrollarse? ¿Está ayudando a que el mundo sea un lugar mejor?
Antes de nada, los putones con ética valoran el consentimiento. Cuando usamos esta palabra —y lo haremos a menudo en todo el libro—, nos referimos a una colaboración activa para el beneficio, bienestar y placer de las personas involucradas. Si se está coaccionando, abusando, chantajeando, manipulando, mintiendo o ignorando a alguien, lo que está sucediendo no es consensuado. Y el sexo que no es consensuado no es ético. Punto.