Después de la muerte de Philippe, ha estado con otros hombres. Pocos. Quizá solo se ama una vez. Eso no se recarga. Había leído esa frase en un libro, hacía mucho tiempo, apenas se había detenido en ella. Un eco lejano. Pero la frase había vuelto cada vez que había acabado dejando a los hombres que había creído amar. Desde hace diez años, ha tenido historias, al margen de su vida, justo en el borde, dejando aparte a sus hijos. Y esas historias, en el fondo, le dan igual. Cada vez que se hablaba de juntar los muebles y el tiempo, de seguir una misma trayectoria, se había marchado. Ya no puede más. Quizá eso solo existiera por la inconsciencia de sus veinte años, vivir juntos, en el mismo sitio, respirar el mismo aire, compartir todos los días la misma cama, el mismo cuarto de baño, quizá eso solo suceda una vez, sí, y después nada de esa índole sea posible, ni pueda volver a empezar.